miércoles, 28 de noviembre de 2018

Experiencia con la lengua

Mi relación con la lengua española es tóxica. Debo confesar que me obsesiona, me controla y me encanta. Me consume escribir; es, a la vez, retador y satisfactorio. Irónico que, mientras escribo estas palabras, esté pasando por uno de esos momentos en los que tienes tantas cosas por decir, que terminas diciendo nada.

Durante este curso he aprendido y crecido con mi pareja; el idioma español. Sé su historia y lo que es actualmente. También entiendo sus cambios y lo acepto por lo que significa. Trabajar con él me es difícil, pero vale la pena tenerlo siempre a mi lado. Controlarlo me está llevando más tiempo de lo esperado, aunque eso solo lo hace más deseable. 

He tenido algunos conflictos con el idioma, lo acepto, pero han sido más los beneficios que recibo de la lengua. El hablarla, me cuesta más de lo que me gustaría reconocer. Al menos si pienso mucho lo que digo. Sé que a veces solo tengo que dejar fluir las cosas. Sin embargo, la escritura es lo que más me atrae de todas sus cualidades. No hay mejor manera de expresarme que escribiendo. Me ayuda a organizar ideas y a no dejar ningún detalle suelto. 

Nunca antes había escrito para un público tan amplio como lo es el internet. No creo que haya fans peleándose por leer mis palabras. Pero me impone la idea de que cualquier persona pueda tener acceso a este blog. Tengo que admitir que publicar en la red supuso un desafío emocionante y, sobretodo, muy enriquecedor. 

No me arrepiento de nada. Cada gota sudada al redactar, cada opinión constructiva, cada borrón y cuenta nueva valieron la pena para hacer de esta relación tóxica, algo no tan tóxico y más razonado. 

Me despido por ahora, pero no por mucho tiempo. 

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